Historia de una chica de 14 años que consigue cumplir su sueño de ser cantante gracias a unos pequeños héroes...
domingo, 11 de agosto de 2013
Capítulo 32
Capítulo 32
Creo que estoy llorando de emoción, no puedo asegurarlo. Es muy simple lo que David ha hecho por mí, pero para mí es mucho más que eso. Después de que los chicos interpretaran Volver, David me dijo que estos días sin mí habían sido horribles, que estaba deseando volver. Incluso me confesó delante de todos que había estado llorando dos o tres noches seguidas hasta que se quedaba dormido y que, cuando se despertaba, volvía a llorar hasta más no poder.
Me pregunta si acepta que vuelva a salir con él, y no tengo más remedio que aceptar por dos razones: la primera que me gusta, es más, me encanta, lo amo, lo quiero, lo adoro, lo deseo. Siempre ha sido así y siempre lo será. Nada podrá borrar lo que siento por él. Por lo menos, por mi parte. Y la segunda, que por lo que ha hecho, se lo merece todo. Se merece todo, simplemente.
Nos abrazamos y Dani propone ir a una heladería a tomar algo. Todos le fulminan con la mirada, saben que deben ir paso a paso conmigo, primero comiendo cosas sanas como ensalada o pescado, y después cosas más fuertes como dulces, caramelos y esas cosas. Dani se da cuenta del error que ha cometido, y enseguida agacha la cabeza.
-Lo siento.
-Me encantaría ir a tomar un helado, ¿a vosotros no?-digo sonriendo.
-¿De verdad?-pregunta Blas. Yo asiento- Pues vamos.
Cojo mi bolso y me lo cruzo, todos salimos del hotel, incluso María José ha venido para ver lo que ha organizado David por mí. Así que vamos todos a tomarnos ese helado.
Vamos a alquilar un coche, un monovolumen, como el coche de Dani, porque si no, no cabemos. Me siento delante, de copiloto y le voy indicando a Dani por donde hay que ir. Vamos a un lugar llamado Teatinos, donde hay una heladería buenísima llamada Kalúa, son los mejores helados de Málaga.
Después de estar media hora buscando aparcamiento, encontramos uno bastante lejos de la heladería, pero no nos importa tener que andar.
Todos se quedan ilusionados cuando entramos a la heladería, parecen niños pequeños en una tienda de juguetes. David y yo escogemos una tarrina grande de helado de Kinder Bueno. Carlos pide para él sólo una tarrina grande de helado de chocolate. Le dije que mejor pidiera una mediana o incluso una pequeña porque aquí te las llenan hasta arriba y te hacen como una especie de torre con el helado, pero él insistió.
María José pide una tarrina pequeña de chocolate y de vainilla, haciendo caso de lo que le dije a su chico y que no hizo caso.
Blas pide uno de pistacho, Álvaro uno de Ferrero Rocher y Dani uno de fresa.
Nos sentamos en una de las mesas de fuera y comenzamos a comer los helados. Están deliciosos. Carlos y María José, como siempre, están dándose el helado el uno al otro.
David y yo nos limitamos a comer cada uno de nuestra cuchara, sin dárnoslo el uno al otro.
-Está riquísimo, ¿no?-pregunta Dani.
-Sí, muy bueno-responden los chicos.
Me cuesta tragar la cucharada que tengo ahora en la boca. No quiero que esto acabe mal, así que me la trago y dejo la cuchara en mi mano mientras juego con ella.
-¿Estás bien?-me pregunta David.
-Sí, lo que pasa es que me he llenado.
-¡Pero si sólo te has comido cuatro cucharadas!-exclama Carlos.
-Carlos, déjala. Que coma lo que quiera.-dice Blas.
David se acerca a mi oído y me susurra:
-Por favor, come un poco más, anda. Hazlo por mí.
Lo miro y veo que en realidad sí que está preocupado por mí, así que saco valor de donde no hay para coger la cuchara, sacar un poco de helado y metérmela en la boca.
Si en realidad está más bueno de lo que pensaba. Inmediatamente, vuelvo a comer como no comía desde hace unas semanas cuando comía sin ganas. Ahora como con ganas. Todos los chicos me miran alegres. No sé cómo agradecérselo. He conseguido salir de las garras de la anorexia o la bulimia gracias a ellos, bueno, a ellos y a la música. Supongo que ahora hago lo que de verdad me llena psicológicamente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario