Capítulo 31
-Hola, Coral.- me saluda Blas entrando en la puerta de nuestra habitación del hotel- ¿Donde está María José?
-Baboseándose con Carlos, supongo.-digo sonriendo- O a lo mejor están en la piscina. Eso es lo bueno de haber escogido un hotel con piscina, que te puedes bañar en ella.
-En pleno mayo me voy a bañar en la piscina.-me dice.
-Ya es casi junio-replico.
-Bueno, vale. Pero no vengo a hablar de eso.-me dice sentándose en la cama- A ver, ¿desde cuando te metes los dedos para vomitar?
-¿Qué?
-Pues eso, ¿desde cuando te metes los dedos para vomitar?-me pregunta.-Mírate, te estás quedando mucho más delgada. Hasta Carlos se ha dado cuenta. Y eso que no tiene ojos nada más que para María José. Así que, responde, ¿desde cuándo te metes los dedos para vomitar?
-Desde nunca -miento- Sé que estoy delgada, y que no me hace falta ninguna absurda dieta para adelgazar porque estoy perfectamente.
Él me coge las manos y examina mis uñas.
-A estas uñas les falta cal. Eso es porque te metes los dedos para vomitar.
-Qué pesado-mascullo.
-Oye, esto lo hago por ti, ¿has probado a mirarte en el espejo y ver lo que te estás haciendo? Estás perdiendo la forma de tu cuerpo por momentos. Sólo eres un saco de huesos-me pregunta, al ver que no hago señal de respuesta, grita- ¡Te estás quedando sin tetas, joder!
No puedo creer que haya dicho eso último. No puede ser verdad. Sin decir nada, voy al baño y cierro la puerta, me quito la camiseta y el sujetador y me miro delante del espejo. Es verdad. Apenas tengo pecho. Estoy metida en la anorexia o en la bulimia, no lo sé. No puedo creer que me haya pasado esto a mí. Es imposible. Si yo... yo.... era una chica...
Las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas y tengo que secármelas con la manga de la camiseta. Me vuelvo a abrochar el sujetador y me pongo la camiseta encima.
-Coral, ¿estás bien?-me pregunta, dando varios toques en la puerta.
Abro la puerta y, cuando lo veo, me abalanzo sobre él.
-Blas, necesito que me ayudes a salir de ésta. Por favor- le suplico.- Tienes razón, me he quedado súper delgada. No quería que esto sucediera, sólo quería perder un poco de...
-¿Un poco de qué, Coral?-me dice en un tono tranquilo- Si eras perfecta. Tenías tus curvas, tu pecho, eras preciosa.
-Es que...Ayúdame, por favor.
-Vale, tranquila. A ver, he estado investigando un poco y el primer paso es reconocer que estás metida en un buen lío ¿vale? Después tienes que empezar a comer poco a poco y nunca quedarte sola para vomitar.
-Vale. Pero, ¿me vas a ayudar?-le pregunto.
-Por supuesto.
-No se lo digas a nadie-le pido.
-Eso va a ser imposible, tu cuerpo te delata.-me explica.
-Pues he de empezar cuanto antes-le digo.
-Exacto. A ver, tampoco te tienes que dar atracones de comida, ¿entiendes?
-Vale.
-Sólo dime una cosa: ¿Es por David?-me pregunta
-No-respondo.
En realidad, sí. Es por él. Me gusta tanto que no puedo soportar perderle.
-En realidad, sí- reconozco, al momento.
-Creo que tengo la solución a ese problema.
-Ah, ¿Sí?-pregunto- ¿Y cual es la solución?
-Pero me debes prometer que comerás y no vomitarás.
-Vale, te lo prometo.
-Ahora verás.
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