Capítulo 83
-Hola Coral.
-Hola Álvaro.
-Me preguntaba cómo estabas. Ya sabes, con lo de... -comienza.
-Bien, bien. Gracias por preguntar.
-Nada. Espero que se ponga en su pellejo y se de cuenta de que no puede vivir sin ti. No sé lo que le pasará, él no es así.
-Bueno, ya me han dicho que eso es porque no esta conmigo -digo medio en broma soltando una carcajada.
-Pues será verdad, seguro. Yo que tú no me reía porque creo que es verdad.
-Y tú con Ana, ¿qué tal? ¿Se lo has dicho? -pregunto para cambiar de tema.
-¡Es verdad! Se me había olvidado decírtelo. Con tanto follón como hemos tenido... ¡Me dijo que sí!
-¿Sí? -pregunto sin creérmelo del todo.- ¡Qué bien! ¡Enhorabuena Álvaro! Porque hablamos por teléfono, que si no, te daría un abrazo enorme.
-Ya me lo darás el veintiseis, Coral. ¿Dónde estás? -me pregunta.
-Con Dani, celebrando su santo, el pobrecillo... Tengo una sorpresa que le va a encantar.
-Es verdad, ¡me lo dijiste! ¿Ya ha llegado tu hermano?
-Sí, llegó ayer. Por los pelos. Aunque ya le voy a entregar el regalo tarde...
-El regalazo -me corrige.- Entonces, ¿están firmados los discos?
-¡Sí! ¿No es genial?
-Sí.
-Oye, te dejo, que ya ha llegado Dani. Adiós.
-Adiós, Coral.
Cuelgo el teléfono y voy hacia la puerta para abrazar a Dani.
-¡Felicidades atrasadas, rubiales! -exclamo abrazándolo.
-Gracias, Coral. -dice muy entusiasmado.- ¿Y ese mote nuevo?
-¿Te gusta? -le pregunto.
-Sí, muy guay. Ahora te tendré que llamar a ti enana, ¿no?
-Hombre, soy casi igual de alta que tú osea que... -bromeo- Es broma. Toma. Tu regalo -digo extendiéndole la caja con el estampado de Londres.
-Gracias, no tenías por qué moles.... -dice abriendo la caja- ¡Vaya! ¡Los cuatro discos de Taylor Swift! Gracias.
-¿Los has mirado bien? -pregunto.
-Sí, están muy guays... -abre uno de ellos y exclama- ¡Anda! ¡Si están dedicados! Muchísimas gracias. ¿Cómo los has conseguido?
-Tengo contactos y uno de ellos es mi hermano.
-Muchísimas gracias, Coral. Eres genial, en serio -dice abrazándome de nuevo.- ¿Comemos?
-¡Claro que tengo mucha hambre! -exclamo.
Nos sentamos en una mesa y pedimos para comer. Es un buen momento junto a Dani. Espero que, si David se entera, no reaccione mal.
Pasamos la noche gastándonos bromas y, por primera vez desde hace días, consigo olvidarme de mis problemas con David.
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