Capítulo 123
-No te voy a besar. -dice.
-David, besame, por favor -le pido. Él niega con la cabeza.
-No puedo hacerlo.
-Por favor. Lo necesito, besame. -le digo comenzando a llorar.
-Lo
siento, pero no puedo hacerlo -dice dándose media vuelta- Date prisa en
llegar al ensayo, vamos tarde. Álvaro, Blas y Carlos nos estarán
esperando. Adiós -se despide.
Me seco las lágrimas y vuelvo a casa con la cabeza agachada. ¿Por qué me habrá rechazado el beso? Si él mismo me ha dicho lo mucho que me quiere, lo ha reconocido. Tampoco sé por qué se lo he pedido, si yo quiero a Dani. Y es verdad, lo quiero mucho, pero no sé por qué lo he hecho. Supongo que en esos momentos, realmente me apetecía un beso suyo.
Me miro en el espejo del ascensor mientras subo a mi planta. Gracias a la hinchazón de los ojos, no se nota mucho que he llorado, por lo que estoy tranquila.
-¿Todo bien, Coral? -pregunta Dani cuando abro la puerta- Tu hermano no está, se ha tenido que ir. -me advierte- ¿Has llorado? -pregunta.
Me voy hacia él y le beso con fuerza, con pasión, con cariño.
-Te amo -susurro.
-Y yo a ti -me dice.
Le voy empujando delicadamente hacia mi habitación.
-¿Estás segura? -pregunta entre beso y beso- Mira que llegamos tarde...
-Me da igual -digo mordiéndole el labio.
Él me coge en brazos, con mis piernas alrededor de su cintura, y me va dando besos en la boca, mientras me lleva hasta mi habitación. Lo necesitaba, necesitaba tenerlo lo más cerca posible de mí en estos momentos. Me deja en mi cama, se pone encima mía, y me quita el top y la falda, acariciando mis muslos mientras me besa el cuello. Lo hace tan fuerte, que no puedo evitar dar un pequeño gemido, él ríe.
-Te deseo tanto -susurra hundiendo su nariz en mi pelo.
-Pues aquí me tienes -digo quitándole la camiseta y besando su boca. Me pongo delante suya, y le muerdo la oreja mientras hundo mis manos en su pelo.
Cuando me he dado cuenta, se ha quitado los pantalones, y está en ropa interior, al igual que yo. Ahora es mi momento si me quiero vengar por lo de antes. Pongo mis manos en su espalda y le beso el cuello, él gime mientras sonríe. Y yo me siento feliz, le ha gustado.
-Coral, por favor, necesito hacerlo ya -murmura entrecortadamente.
Me quita el sujetador y me besa, me tumba en la cama y se pone encima mía. La poca ropa interior que nos quedaba desaparece mágicamente.
Con delicadeza, se hunde en mí, lo que me proporciona placer, y un pequeño dolor agudo.
-¿Quieres que pare? -pregunta.
-No, por favor -murmuro.
Sigue repitiendo el movimiento, y yo me agarro a su espalda, el ligero dolor agudo del principio, resulta traer consigo placer.
-Por favor, no pares -le digo. Él tapa mis gemidos con dulces besos. Lo amo demasiado, no puedo dejarle ir. Al menos, por ahora.
Cuando ninguno de los dos puede más, se derrumba a mi lado, besándome el cuello, justo donde me besó antes con fuerza.
-Ah, duele -sonrío.
-Para que no olvides que eres mía -dice- Mía y de nadie más.
-Entonces tú también eres mío, ¿no? -pregunto.
-Para siempre -susurra.
-Bueno, para siempre hasta este momento, porque hay que irse -le digo- Ya son las doce y cuarto.
-Bueno, ya llegamos tarde, así que por unos minutitos más no pasa nada -dice subiéndose encima mía y besándome el cuello.
-No, Dani, que te conozco -le digo, apartándolo- Además, estoy cansada.
-Está bien...
Me pongo una camiseta y unos pantalones vaqueros rotos, que acompaño con unas botas negras tipo militar. Me peino el pelo, dejándomelo suelto,y cojo mi bolso.
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