-Gracias por acompañarme a buscar un regalo para Álvaro -le digo a David.
-De nada. No quería que fueras sola
-me dice.
¿Cómo no voy a quererlo? Si es que es
un cielo. Pero Ainhoa me dijo que nunca se debe volver con un ex. Por
mucho que haga por ti.
-Gracias, David -repito.
-Oye, te quería decir que, ¿lo de las
vacaciones conmigo y con mi familia sigue en pie? -pregunta- Es que
se lo he dicho a mi hermanita, y está tan ilusionada que me da pena
decirle que no vas...
-Claro que iré, David. Somos amigos,
¿no? -pregunto, pero no espero su respuesta- Los amigos se hacen
favores.
-Gracias, de verdad.
-No es nada, tío -digo riendo.- ¿Qué
hora es?
-Las cuatro y media. -dice mirando su
móvil.
-¿Ya? -él asiente- Qué tarde es.
-¿Quieres que comamos algo? -pregunta.
-Más no, que me salto la dieta.
-¿Qué dieta? Bromeas, ¿no?
-pregunta, preocupado.
-¡Pues claro que sí! -exclamo.
-Pues no veas, ya me habías asustado.
Pensé que Dani te había metido en la cabeza que adelgazaras o algo
así -dice.
-¡Qué va! Si Dani es un amor.
-sonrío.
-Eso espero... -dice.- Oye, que me alegro de que estés bien con él.
-Gracias, David -sonrío- Y tú qué, ¿ya has encontrado a alguna?
-Todavía no -dice- Voy a vivir la vida un poquito. Creo que me hace falta, ¿no? Es decir, tengo veinticinco años, soy joven.
-Pues si tú eres joven, yo soy una enana -río.
-No, tú no eres una enana -niega- Eres una mocosa -dice sacándome la lengua.
-Pues tú eres un trasto -le digo imitándolo.
Los dos nos reímos y las personas que pasan a nuestro lado nos miran extrañados.
-Ahora se podía aplicar perfectamente la frase de Sentado en el Banco, ¿no? -susurra riéndose.
-Pues sí.
-Entonces qué, ¿vamos a comer algo, o no? -pregunta.
-Mmmm -pienso- Se me acaba de antojar una granizada -sonrío.
-Pues ya somos dos -ríe- Venga, vamos. -dice- Girando esa calle -dice señalando al frente-, hay una heladería. En mi opinión, son los mejores helados y granizados de Madrid.
-¿Una heladería? -pregunto- No lo sabía.
-Pues sí, hay una. -se queda callado un segundo- Entonces vamos, ¿no?
-¡Claro que sí! -exclamo.
Llegamos a la heladería, y David y yo pedimos una granizada cada uno, nos sentamos y empiezo a tomármela. No tengo más remedio que arrugar la cara al dar el primer sorbo porque está muy fría. David se ríe.
-¿Qué? -pregunto sonriendo.
-La cara que has puesto, ¡ha sido buenísima! -exclama.
-Ay, jo, es que estaba muy fría -sonrío cruzándome de brazos.
-Vale, vale, perdona -me dice. Aunque, cuando empieza a beber de su granizada, tiene que parar porque se está riendo.
-¿Qué pasa ahora? -pregunto.
-Que me he vuelto a acordar de la cara que habías puesto. Lo siento -dice negando con la mano.
-Me lo vas a recordar toda la vida, ¿no? -pregunto, seria.
-Lo siento, no sabía que te iba a molestar tanto -dice agachando la cabeza y dejando a un lado su vaso de granizado vacío.
-¡Era broma! -exclamo. Los dos nos reímos y pasamos unos cinco minutos en silencio- Oye, que perdona por lo que te dije la noche en Vélez-Málaga -le digo- Siento si te he hecho daño, de verdad, no lo pretendía. -digo terminándome mi granizado.
-No te preocupes. -dice- Fuiste sincera, eso es más importante.
-Sí, pero fui sincera haciéndote daño, entonces...
-No pasa nada, de verdad -dice.
-No sé cómo quieres seguir siendo mi amigo.
David no responde a mi pregunta, se limita a decir:
-¿Nos vamos ya?
-Pues tú eres un trasto -le digo imitándolo.
Los dos nos reímos y las personas que pasan a nuestro lado nos miran extrañados.
-Ahora se podía aplicar perfectamente la frase de Sentado en el Banco, ¿no? -susurra riéndose.
-Pues sí.
-Entonces qué, ¿vamos a comer algo, o no? -pregunta.
-Mmmm -pienso- Se me acaba de antojar una granizada -sonrío.
-Pues ya somos dos -ríe- Venga, vamos. -dice- Girando esa calle -dice señalando al frente-, hay una heladería. En mi opinión, son los mejores helados y granizados de Madrid.
-¿Una heladería? -pregunto- No lo sabía.
-Pues sí, hay una. -se queda callado un segundo- Entonces vamos, ¿no?
-¡Claro que sí! -exclamo.
Llegamos a la heladería, y David y yo pedimos una granizada cada uno, nos sentamos y empiezo a tomármela. No tengo más remedio que arrugar la cara al dar el primer sorbo porque está muy fría. David se ríe.
-¿Qué? -pregunto sonriendo.
-La cara que has puesto, ¡ha sido buenísima! -exclama.
-Ay, jo, es que estaba muy fría -sonrío cruzándome de brazos.
-Vale, vale, perdona -me dice. Aunque, cuando empieza a beber de su granizada, tiene que parar porque se está riendo.
-¿Qué pasa ahora? -pregunto.
-Que me he vuelto a acordar de la cara que habías puesto. Lo siento -dice negando con la mano.
-Me lo vas a recordar toda la vida, ¿no? -pregunto, seria.
-Lo siento, no sabía que te iba a molestar tanto -dice agachando la cabeza y dejando a un lado su vaso de granizado vacío.
-¡Era broma! -exclamo. Los dos nos reímos y pasamos unos cinco minutos en silencio- Oye, que perdona por lo que te dije la noche en Vélez-Málaga -le digo- Siento si te he hecho daño, de verdad, no lo pretendía. -digo terminándome mi granizado.
-No te preocupes. -dice- Fuiste sincera, eso es más importante.
-Sí, pero fui sincera haciéndote daño, entonces...
-No pasa nada, de verdad -dice.
-No sé cómo quieres seguir siendo mi amigo.
David no responde a mi pregunta, se limita a decir:
-¿Nos vamos ya?
Vamos a ver mi amor tu novela es una adicción cada dia te superas mas, cada dia me gusta mas tu novela, es que es increible solo esa palabra le define bien.
ResponderEliminarHacer que llore con los capitulos tristes y que ria con los demas, y eso pocas novelas lo consiguen pocas consiguen hacer que me lo imagina no me leo unas cuantas una no me gusta tanto como otra, tengo favoritas y esta es una.
Sigo con la novela nunca vayas a dejar de escribir por que si no, no se que sera de mi vida.
ERES INCREIBLE GRACIAS POR TODO.
Pienso lo mismo que tu :)
EliminarOh!!! ¡Qué mona eres, por Dios! Princesitas como tú sí que son las que hacen que llore, cielo.
ResponderEliminarIntentaré prolongar la historia todo lo que pueda, pero creo que habrá un momento en el que no tenga más ideas y tenga que encontrar un final, aunque intentaré que eso no suceda ;)
Gracias a ti por todo, de verdad. Sois puro amor, no sé qué sería sin vosotras. ¡Te quiero, princesa! Muack!