domingo, 17 de noviembre de 2013

Capítulo 122

Capítulo 122

Cuando abro los ojos, es por la mañana, y me veo obligada a salir corriendo hacia el baño, donde en el váter, vomito el poco alcohol que bebí ayer.
Cojo papel y me limpio la boca. Tiro de la cadena y me miro al espejo. Tengo ojeras, la cara pálida, y los ojos ligeramente hinchados.
No me da tiempo a reponerme cuando recibo otra arcada, esta vez, más fuerte.
-Coral, ¿estás bien? -pregunta Dani golpeando la puerta.
-Sí, es que he vomitado, eso es todo. -le digo limpiándome la boca otra vez con papel.
-¿Puedo entrar? -pregunta.
-Si no eres aprensivo...
Abre la puerta, y me ve de rodillas en el suelo. Me da un beso en la frente.
-¿No estás mejor? -pregunta- Por la cara que me traes...
-La cabeza no me duele -confirmo-, pero los ojos están hinchados, y la cara que tengo hoy no es muy agraciada, como puedes comprobar.
-¿Tienes más ganas de vomitar? -pregunta.
-No -niego con la cabeza.
-¿Te llevo a casa?
-Sí, porfa, pero no se lo digas a mi hermano. -le pido.
Me mira unos segundos, pensándoselo.
-Está bien...
-Gracias -sonrío.
-Anda, vamos -dice volviendo a su habitación
 -¿Qué hora es?
-Las once y media -dice mirando su móvil. Parece que no se ha dado cuenta de lo que ha dicho- ¡Las once y media! ¡Corre! -exclama.
-¿Qué? -pregunto, confusa.
-¡Había que estar para ensayar a las doce! -exclama.- ¡Vístete!
Rápidamente, me pongo la ropa de ayer. Espero que podamos parar para ir a casa a cambiarme, porque si no...
-Venga, vamos -dice tirando de mi mano.
Cogemos su coche, y va conduciendo por Madrid lo más rápido que le permiten las señales de tráfico.
-¿Quieres un chicle de hierbabuena? -pregunta Dani sacándose un paquete de chicles del bolsillo.
-Gracias -digo, aceptando uno.
En diez minutos justos, llegamos a mi casa. Lo que es obvio porque vivimos casi al lado.
Cuando abro la puerta de casa, me encuentro a mi hermano hablando con alguien, David.
-Aquí está -suspira mi hermano.
-¿Dónde estabas? -pregunta, David, alterado.
-Estaba conmigo -dice Dani- No ha pasado nada, se nos ha hecho tarde, solamente.
-Eso es lo que más me preocupa -le corta David.- ¿Dónde estuvisteis anoche? -pregunta.
Dani y yo nos quedamos callados, ninguno dice nada.
-¿Dónde estuvisteis anoche? -repite, otra vez. Al ver que no obtiene respuesta, prueba con otra cosa- Mira, Coral, antes de irte, tu tío me pidió que cuidara de ti. Estuviéramos juntos o no, se lo prometí y lo tengo que cumplir. ¿Me vas a decir dónde estuvisteis, o lo llamo para que venga, y te pregunte personalmente? -amenaza- El billete de avión hasta España no me cuesta nada -añade.
-Estaba conmigo, fuimos a...
-Cállate, Dani -le interrumpe David- Que me lo cuente ella.
Sigo sin decir nada, con la cabeza agachada. Si lo digo, me regañará, y hará que mi hermano se lleve una decepción enorme, y no puedo permitir eso.
-Vale. Como quieras -dice, saliendo por la puerta- Tienes una hora para contármelo, o llamo a tu tío.
-¡David, espera! -exclamo, siguiéndole.
Dani intenta seguirme a mí, pero mi hermano lo retiene.
-Es mejor que lo arreglen los dos -le dice- Si te metes, saldrás mal parado.
David baja las escaleras, y yo voy detrás.
-¡David, David! -le llamo.
Sólo cuando llega abajo, se para y me mira.
-¿Me lo vas a decir ya, o qué? -pregunta.- Mira, me da igual lo que hayas hecho con ese tío, si le has besado, si te has liado con él, si te has acostado... -dice con la voz quebrada- Quiero saber qué coño te ha pasado para que me vengas hoy, con esas ojeras, la cara así, y los ojos hinchados. -dice- ¿Qué te ha hecho? -pregunta- ¿Te ha pegado?
-No, no me ha pegado. -consigo decir- No ha hecho nada malo, David, créeme.
-¿Entonces, qué es? -pregunta.
-Yo... Es que... Ayer fuimos a una discoteca, y el hombre de la puerta me dejó pasar. Yo no quería, pero Dani me trajo un mojito, y por probar...
-¿Te has emborrachado con quince años? -pregunta- Ahora sí que voy a llamar a tu tío.
-No, sólo tengo intolerancia al alcohol -murmuro. Él me mira por última vez, y va hacia la puerta que da a la calle- ¡David! -le llamo- Dijiste que, si te lo contaba, no lo ibas a llamar.
-No tienes ni puñetera idea de lo que siento por ti, joder. Parece que no te has dado cuenta todavía. Coral, no puedo vivir sin ti, sin tus besos, sin tus susurros, sin tu sonrisa. No puedo vivir sin tu olor, sin tus caricias... No tienes ni idea de lo que me cuesta sobrevivir sin ti. -suelta, de golpe.- No entiendes que te quiero. Y nada podrá cambiarlo. -susurra apoyando su frente en la mía.- Te necesito. -dice mientras una lágrima corre por su mejilla derecha.- Preferiría morir de hambre, a tu lado, que vivir sin ti.
Acerco mis labios a los suyos, pero él se aparta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario