Capítulo 6
Busco en mi bolso un paquete de pañuelos para secarme las lágrimas, pero no lo encuentro. Debí haber olvidado meterlo.
-¿Estás bien?-oigo una voz familiar procedente de fuera.
Voy hacia la puerta y, al abrirla, veo a David. Oh, no. No quiero que me vea así, con los ojos rojos de llorar.
-Sí-respondo-Bueno, un poco mejor, gracias.
-Toma-dice sosteniendo un pañuelo.
-Gracias.-cojo el pañuelo y me seco las lágrimas.
-Y no llores.-me dice.
-¿Porque me pongo fea?-pregunto con una sonrisa tímida.
-No. Las chicas guapas nunca pueden estar feas. Pero fijo que estarás más guapa con una sonrisa.
Evidentemente, esto me saca una sonrisa. Y al sonreír yo, él también lo hace.
-Ayy. Mi pequeña princesa.-dice pasándome un brazo por el hombro.- ¿Vamos a terminar de comer?
-Vale.-respondo.
Volvemos a la mesa, todos están callados y con caras larguiruchas.
-Lo siento-me disculpo.
-Al contrario, lo siento yo-se disculpa Magí.
-¿A qué dedicas tu tiempo libre?- me pregunta Carlos mirándome
-Pues depende. Doy clases de ballet, de canto y de guitarra.-respondo.
-¿En serio?-pregunta Dani- Yo también toco la guitarra.
-Hala, ya tenemos algo en común.-digo yo.-Que soy del Barça.
-Mala persona-murmura.
Todos estallamos en carcajadas y poco a poco, vamos olvidando el conflicto anterior.
* * * * * * * * *
Ya es de noche. Voy andando por la acera camino a un hotel. Se me ha hecho tarde porque fui a un centro comercial a dar una vuelta y a comprarle algo a mi tío y a mi hermano.
Entro al hotel y pregunto el precio por noche. Tal como entro, salgo. Son cincuenta y nueve euros, demasiado para mí. Además necesito pagarme la vuelta hasta Madrid y me falta dinero.
¿Qué puedo hacer? Cojo mi móvil y miro en la agenda. A mi tío no puedo llamar porque se preocuparía demasiado. A mi hermano...imposible, que tiene la misma edad que yo. Estaríamos en las mismas, además está muy lejos.
Recuerdo que Carlos vive aquí así que decido llamarle a él, a ver si me puede echar una mano.
-¿Carlos?
-¿Sí?
-Hola, Carlos. Soy Coral. Verás es que... me he quedado tirada en la calle. No tengo dinero para un hotel.
-Hombre, si quieres te puedes venir a mi casa ¿Dónde estás?
-Sinceramente, no tengo ni idea.-respondo mirando de un lado a otro de la calle.-Estoy en la puerta del hotel Hesperia o algo así. ¿Sabes dónde es?
-Sí, está en la Avenida Alfonso el Sabio. Espera te voy a buscar.
-¿De verdad?-pregunta asombrada.
-Sí. No te muevas de ahí.
-Muchas gracias, Carlos. Ahora nos vemos.
Cuelgo el teléfono y me lo meto en el bolsillo. La calle está poco alumbrada y apenas distingo algo.
En la salida, hay varias motos aparcadas, y de vez en cuando pasa algún que otro coche. No puedo evitar sentir un poco de miedo. Cuando llevo como un cuarto de hora esperando, noto que alguien viene hacía mí. Disimuladamente, echo a andar con paso ligero, pero puedo escuchar que el sigue mi ritmo cada vez que los zapatos golpean el suelo. Empiezo a quitarme la bufanda y el gorro porque me agobian y supongo que será más fácil echar a correr si voy más ligera. Cuando creo que el hombre me va a alcanzar, giro una esquina y me choco con alguien.
-Socorro-murmuro.
Levanto la mirada y ahí está Carlos.
-¿Qué pasa?-me pregunta.
Miro hacia detrás y el hombre que me perseguía ha desaparecido.
-¿Estás bien? ¿Por qué te has quitado la bufanda y el gorro?
-Es que...Un hombre me perseguía.
Se queda mirándome, meditando lo que acabo de decir.
-Tenía miedo-digo con voz temblorosa.
Él me abraza.
-Bueno, no te preocupes. Ya estás a salvo.-dice con voz tierna y dulce.-Mientras yo esté aquí, nada malo te pasará-añade con voz sobreprotectora como en una película.
-Anda, superman. Vamos a casa porfa.-digo- ¿Vives muy lejos?
-Más o menos. Pero vamos a coger un bus. Que no quiero andar por la calle tan oscura.-hace una pausa y añade-Más que nada por si te pasa algo.
-Ya, ya...
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