Epílogo (Parte 2)
Salgo del cuarto de baño, y toda la casa está a oscuras. Supongo que Matilde se habrá duchado en el otro baño y se ha acostado. Voy hacia la habitación de invitados, donde hay una cama de matrimonio, y veo a David dormido, con su carita de bebé. Le doy un beso en la mejilla y me tumbo. Me siento algo rara. Es como si... No sé explicarlo. Como si me fuera a explotar la barriga. Quizás me haya sentado mal la cena. Miro el reloj. Son las doce del día veintidós de noviembre del dos mil veintidós. Otro día más sin que Dani o Matilde salga de 'su cueva'. Me tumbo boca arriba, y se me comienzan a cerrar los ojos, cuando noto la cama húmeda, acompañada de un dolor agudo que va desde mi espalda hasta mi barriga. Dejo escapar un pequeño gemido, pero no me altero. Sé que eso significa que o Dani o Matilde está aquí.
-David, David -le digo- El bebé ya está aquí. -le digo ahogando otro gemido.
Él se despereza.
-¿Qué? -pregunta.
-Me estoy poniendo de parto, David.
Estas palabras hacen un efecto en él, que se levanta rápidamente y me coge de la mano.
Vuelvo a mirar el reloj, contando el tiempo que pasa entre contracción y contracción, asegurándome de que esté de parto. A cada contracción que recibo, tenso la espalda. La verdad es que duele.
-Shhh -susurra- Venga, ya está.
Es mi primer parto natural. Juliette y Judith nacieron mediante cesárea. Sé que esto significa que voy a pasar las de canutas para que nazca el bebé.
Recibo otra contracción, e inconscientemente, suelto un pequeño grito. Me caen gotas por la cara. ¿Será sudor o lágrimas? Abro los ojos y veo la cara de David. Es él. Es él el que está llorando.
Alguien pega en la puerta de la habitación. David me suelta la mano, y va a abrir.
-Mamá, Coral se ha puesto de parto. -dice- Llama a una ambulancia, por favor. -solloza.
-¿Qué te pasa? -pregunta ella.
-Le duele, mamá. Le duele mucho -dice.
-Shhh. Tranquilo -dice ella- Todo va a salir bien, no te preocupes.
-Llama a una ambulancia y diles que vengan lo más rápido posible.
-¿No la llevas tú? -pregunta.
-No. -niega él.
-Tienes que tranquilizarla, ¿vale? Dile que controle la respiración.
David asiente, y Matilde se va.
-Shhh. -me susurra él a mi lado- Controla la respiración.
Yo asiento, y empiezo a respirar e inspirar, pero me viene otra contracción que me duele el doble.
Matilde pega en la puerta, y trae consigo una mala noticia: Todas las ambulancias están ocupadas.
-Tendrás que conducir tú -le dice a David.
David no se lo piensa dos veces. Se pone los vaqueros y una camiseta, coge las llaves del coche y baja a por él. Mientras, Matilde me ayuda a ponerme un vestido premamá.
David llama al móvil, lo que significa que debo bajar.
-Quédate con las niñas -le digo- Cuando nazca te llamo, ¿vale?
-Vale. -asiente ella.
-Matilde -comienzo a decir- Tengo miedo. -susurro.
-No tienes por qué. David estará a tu lado, créeme, no te dejará sola.
-Pero él es aprensivo a este tipo de cosas -susurro.
-Puede más su amor que su aprensión, confía en mí. -dice dándome un beso- Lo vas a hacer muy bien.
Yo asiento y sonrío.
Bajo a la planta de abajo, donde está David con el coche. Me siento en el asiento de detrás y él pone rumbo hacia el hospital.
Al llegar al hospital, me meten en una habitación, donde la matrona
me inyecta suero. Me pregunta si quiero que me pongan la epidural, y yo
niego. Sé que eso es malo para el bebé. Tengo contracciones hasta las
cinco y veinte de la mañana, que es cuando la matrona me indica que
comience a empujar para que salga el bebé. Yo agarro de la mano a David y
se la aprieto.
-Venga, princesa -me susurra al oído- Tú puedes hacerlo. Sé que lo vas a conseguir.
Yo
empujo muy fuerte, pero el bebé no consigue salir. Tengo ganas de
abandonar, de dejarlo todo de una vez, de acabar con esto. No puedo más,
y el dolor es atroz.
-Por favor, Coral. -suplica David.- Hazlo por mí.
Dejo caer una última lágrima, hago un esfuerzo, y empujo muy fuerte. Lo más fuerte que he podido empujar.
-Muy bien -dice la matrona- Enhorabuena. Lo has hecho estupendamente.
Pero las palabras que más me han gustado, y más me han tranquilizado, han sido las de David:
-Enhorabuena, princesa, lo has hecho genial. Te amo.
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